Muchos han pasado una tarde de domingo paseando por el maravilloso Parc de la Ciutadella, “Parque de la Ciudadela”, disfrutando la vida, visitando el Zoo or paseando al perro/niño, pero muy pocos conocen el oscuro origen que tiene. En el año 1715, solo unos meses después de la toma de Barcelona que puso fin a la Guerra de Sucesión, Felipe V, el flamante nuevo rey, llevó a cabo una brutal represión en la ciudad: la cultura, el idioma, las instituciones políticas y los derechos de suprimieron y se desarrolló un plan para controlar a los barceloneses. El plan incluía la construcción de un sistema de estructuras militares de las cuales el castillo de Montjuic y la Ciudadela, que implicaba demoler 1262 casas, eran las principales. El complejo de la Ciudadela también incluía una prisión y el Arsenal, entre otras instalaciones, y era profundamente odiado por la población. Los barceloneses lo asaltaron finalmente en 1869, después de la Gloriosa que culminaría con la Primera República. La Ciudadela original fue demolida y el Parque se diseñó con la idea de convertirse en un área verde, un pulmón para la ya industrializada Barcelona. El Arsenal original se convirtió durante la Segunda República y de nuevo en 1979, después de la Dictadura, en la sede del Parlamento de Cataluña.
Sí, una estrella. Si vas a reprimir a la gente, por lo menos hazlo con estilo.
Que el Parlamento y el Zoo estén en el mismo parque es una mera coincidencia.
El primer tren de la Península se construyó sólo con el objetivo de llegar a Barcelona
No es ningún secreto que Barcelona ha robado, roba y probablemente seguirá robando -cuánto robo para una sola ciudad- muchísimos corazones a lo largo de los siglos. Miquel Biada, un hombre de Mataró que había hecho fortuna en las Américas decidió llevar ese amor al siguiente nivel. Después de presenciar la inauguración del primer tren de España en Cuba en 1837, cuando todavía era una colonia, Biada volvió a Europa con la idea de construir una línea que conectara su ciudad natal, Mataró, con Barcelona, permitiendo a los mataronins -y a los barceloneses también- ir y volver en un solo día. No pudo convencer a los burgueses locales para que invirtieran en el proyecto pero eso no le frenó: a través de un contacto que tenía en Londres, Biada convenció a un grupo de inversores británicos para proporcionar el capital, los ingenieros y los técnicos necesarios. La línea, todavía en uso hoy en día, se inauguró finalmente en 1848.
Hemos venido a tomarnos unas cañas y construir vías. Y no nos quedan cañas.
(Confiad en ellos, eran ingenieros)
La próxima vez que os declaréis a alguien aseguraos de llegar hasta su puerta con una de estas.
Los europeos se referían a Barcelona como ‘La Rosa de Fuego’ alrededor de 1900
Barcelona, Ciudad Condal, Cap i Casal, Primera de Su Nombre, Madre de Dragones y… la Rosa de Fuego. El siglo XIX fue testimonio del auge de la burguesía como clase dominante y su impacte se puede ver por toda Barcelona en los edificios modernistas de los industrialistas, pero también se creó otra clase en el proceso: el proletariado. Los trabajadores industriales se concentraban en la ciudad, punta de lanza industrial de España, y rápidamente se organizaron, se sindicalizaron y pasaron a la acción. Las tensiones escalaron y llegaron a la cúspide en 1909 cuando el gobierno de España decidió formar una nueva Brigada con unidades catalanas en activo y en reserva para continuar la guerra en África. La multitud reunida en el puerto para despedirse de los soldados, formada principalmente por madres, esposas y hermanas, empezó una protesta rápidamente secundada por anarquistas y socialistas que culminó con la quema de iglesias, vistas como otra parte corrupta de la burguesía, una huelga general y disturbios y enfrentamientos. Ese episodio, conocido como la Semana Trágica, inspiró al periodista hispanouruguayo Antonio Loredo para apodar a la ciudad La Rosa de Fuego, en un arrebato bastante impresionante de romanticismo revolucionario.
Francesc Ferrer i Guàrdia, librepensador, fundador de la Escuela Moderna y fusilado por intentar ‘educar a la clase trabajadora en un entorno racional, secular y no coercitivo’
“¡Las almenaras arden! ¡Gondor pide auxilio!”
“¿Pero tú estás seguro de que esto parará al ejército, Manuel?”
Los Toros Son Cosa Del Pasado En Barcelona
El toreo se popularizó en España en el siglo XIX, convirtiéndose en una de les principales atracciones a principios del siglo XX en regiones como Cataluña y Madrid, pero empezó a perder su encanto en ciertos territorios a medida que avanzaba la centuria. A inicios del XXI ya había diferencias geográficas significativas: mientras Madrid organizó un total de 284 corridas en 2009 en toda Cataluña hubo sólo 20. Ese hecho animó a la creación de una plataforma llamada PROU (“Basta” en catalán) que presentó una petición al Parlamento catalán para prohibirlas. Así, después de ser sometida a voto, Cataluña se convirtió en 2010 en la segunda región de España que prohibió el toreo – las Islas Canarias fueron la primera en hacerlo en 1991. Las dos plazas que había en Barcelona se convirtieron en el Museo de la Tauromaquia y un centro comercial.
Competición de baile de salón por parejas.
Barcelona Ha Acogido Algunas De Las Mayores Manifestaciones De La Historia De Europa
El 11 de septiembre de 1714 la ciudad de Barcelona fue tomada, finalizando la Guerra de Sucesión y dando el pistoletazo de salida a la supresión de los derechos y la cultura de Cataluña. Ese día se convirtió luego en el Día Nacional de Cataluña -sí, como luchamos como el culo y no tenemos victorias que celebrar, conmemoramos nuestra mayor derrota. Tradicionalmente se celebra una manifestación a favor de la cultura catalana, que en alguna ocasión se ha utilizado para reclamar objetivos más altos: en 1977, después de la Dictadura, alrededor de 1,2 millones de catalanes – la región no tenía ni 6 millones de habitantes en aquel momento – salieron a la calle para pedir “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía”, y más recientemente el 11 de septiembre ha sido testimonio de manifestaciones anuales en la ciudad pidiendo un referéndum de independencia para Cataluña. La mayor de ella implicó a 1,8 millones de personas creando una V de 11 quilómetros (V de Victoria, de Voto; no de Vendetta) en las calles de la ciudad en el tercer centenario del aniversario de la caída de Barcelona frente a las tropas borbónicas y se inauguró oficialmente a las 17:14h – sí, a veces podemos llegar a ser ridículamente dramáticos.
Sabemos que no es Varcelona, pero una B era mucho más complicada.