Más de 400 bodegas producen vinos espumosos en España, todas ellas bajo el paraguas de la D.O. Cava. Un 90% de ellas están ubicadas en la región catalana del Penedès, a sólo 1 hora de Barcelona, convirtiendo a esta región en la más concurrida, en cuanto a enoturismo se refiere.
Algunas bodegas son centenarias, ya que cabe recordar que el método tradicional de elaboración del cava fue introducido justamente en el Penedès, en 1868. Algunas son monumentales (imposible no pensar en Codorniu o Freixenet), construidas por afamados arquitectos como auténticos templos del vino.
Y luego está Ca n’Estella. La bodega fue fundada en el año 1800 por la familia Estella y posteriormente adquirida y reflotada por la familia Rabetllat en 1964, pasadas las crisis de la filoxera y de la Guerra Civil. Desde entonces, tres generaciones de la familia han ido mejorando la técnica y acumulando sabiduría y experiencia a la par que las viñas.
La bodega acumula más de 50 premios internacionales en los últimos 15 años, incluyendo las medallas de oro al vino Gran Clot dels Oms Chardonnay en 2014 y al cava Rabetllat i Vidal Brut Nature en 2016, y aun así conserva el espíritu de bodega familiar, distribuida en torno al patio central de una masía y dirigida por su misma propietaria, la enóloga Anna Vidal.
Ca N’Estella ofrece la posibilidad de visitar una auténtica bodega de cava a sólo 45 minutos del centro de Barcelona, sin la masificación que sufren las grandes bodegas, conectada con la tierra y fiel a sus orígenes, desde que allá por la década del ’60 Delfí Rabetllat regresara del exilio francés cargado de ilusión, conocimientos, amor por las viñas, dedicación y constancia.
Cuando uno visita Ca N’Estella, el tiempo parece detenerse. Atrás quedan el ajetreo de Barcelona y la zona industrial aledaña para dar paso a la tranquilidad y el remanso de las viñas, los árboles frutales y los centenarios olivos. El interior de la casa familiar atesora los vestigios de una iglesia románica del siglo XII, cuyos dos arcos de piedra aún dan sostén a la estructura de la masía, así como una serie de antigüedades de la familia.
Es imposible no enamorarse al recorrer los viejos tanques de fermentación de la familia Estella, escondidos tras un grueso muro de piedra en el lado norte de la casa y recubiertos por lozas de cerámica. Allí se esconden los secretos de los tiempos anteriores a la electricidad, en que todo era manual y artesanal. Encima de la apertura de los tanques se pueden ver los rieles por los cuales se desplazaba la vieja prensa de madera, que iba llenando tanque a tanque con los vinos de los Estella. En la oscuridad de uno de los tanques se conserva también uno de los vinos más antiguos de la finca, símbolo de la transmisión, del amor al trabajo y de un padre a una hija. Las últimas botellas de aquel Cabernet Sauvignon Gran Reserva 2001 continúan envejeciendo impregnadas de historia y de alma.
La calidez de Anna, Roser y todo el equipo harán sentir al visitante como en su propia casa, mientras se degustan los cavas y las tapas típicas de la zona en una terraza con vistas al patio y a las viñas. La amplia gama de cavas va desde los de estilo francés, marca de la casa, hacia la edición limitada de variedades locales: macabeu, xarel.lo y parellada, pasando por el sorprendente rosado seco de garnatxa y trepat. Todos llevan el distintivo aroma a cacao que marca a los cavas Rabetllat i Vidal de la bodega.
Así que, ¡ahora ya sabéis uno de los secretos mejor guardados del Penedès! No dejéis pasar la oportunidad de descorchar una botella de cava para celebrar la vida en un sitio lleno de magia a escasos kilómetros de Barcelona. Una bodega con alma, con raíces y sobre todo con mucho amor y dedicación que se degustan en cada copa. Ca N’Estella, la mejor bodega de cava de Catalunya.